Recientemente se ha puesto en tela de juicio el consumo de fruta, considerando que no es una opción saludable, debido a su contenido en fructosa. De hecho, ya hay quien considera a la fruta como algo a evitar a toda costa, llevando al extremo ciertos datos y sobre todo, extrapolando y sacando fuera de contexto ciertas investigaciones científicas.
Evitar al consumo de frutas por temor a la #fructose es un error, ya que se trata de un reduccionismo alarmante. En primer lugar, las frutas son mucho más que fructosa aislada, por lo que al ingerir el alimento íntegro (es decir, la matriz nutricional completa con #fibra , vitaminas, minerales, etc) el efecto fisiológico será diferente que al ingerir fructosa aislada. Por otro lado, la cantidad de fruta que se debe ingerir para llegar a niveles de fructosa como para tener consecuencias negativas sería bastante alta.
Debemos de ser conscientes que la #frutas no es el problema, sino los productos ultraprocesados ricos en jarabe de maíz alto en fructosa (JMAF). El #JMAF es una solución que contiene 42-55% fructosa libre (el resto es principalmente glucosa libre y algunos oligosacáridos) y que se usa como añadido en muchos de los productos procesados que se encuentran hoy en día en los supermercados.
Por otro lado, ese exceso de #fructosa ingerido por el JMAF podría ser negativo solo en un contexto de sobrealimentación constante (superávit calórico) y sedentarismo (Johnston, Stephenson et al. 2013). De hecho, sólo cantidades modestas de ejercicio parecen ser suficientes para contrarrestar muchos efectos negativos de la alta ingesta de fructosa (Egli et al., 2013).
Por tanto, atender al #contexto individual y no generalizar es clave (como siempre) a la hora de afirmar que el consumo de fructosa per se es perjudicial para la #salud
#nutricion #mito
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